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Nuestro mundo está cambiando, y para preparar a nuestros niños para este nuevo mundo necesitamos cambiar la manera en que los educamos. En el siglo 21 los educadores deben ser conscientes que la educación debe ayudar a los niños a conectarse con el mundo, a comprender los problemas que enfrenta actualmente y transformar la cultura hacia una concepción más rica de la creatividad humana y la inteligencia.
Actualmente, muchos de los empleos más solicitados no existían en el 2002, como: Estratega de Redes Sociales, Especialista en Experiencia de Usuario, Gerente de Teletrabajo, Coordinador de Cuidado de Adultos Mayores, Gerente de Sostenibilidad. Muchos de los trabajos que tendrán los estudiantes de hoy, todavía no existen y ellos utilizarán tecnologías que no han sido aún inventadas, y además tendrán que solucionar problemas que aún no han surgido. ¿Como educar a estos niños si no sabemos cómo va a ser el mundo en 10, 20 o 30 años?
De acuerdo con Sir Ken Robinson Ph.D en Educación, profesor universitario, escritor, investigador, asesor y orador, lo básico de la educación no es que los estudiantes obtengan conocimientos de un grupo de materias como matemáticas, ciencias o historia. Lo básico de la educación es el propósito que esta persigue y según él hay 4 propósitos principales:
Los niños no necesitan que los ayuden a aprender. Ellos nacen con una voracidad increíble para aprender, inclusive desde el útero ya están absorbiendo conocimientos de sus madres y del entorno que alcanzan a percibir, como su voz, el ritmo de su lenguaje, la música que escuchan. Los niños tienen un interés muy grande por aprender todo lo que ven y escuchan. Este interés se empieza a perder cuando entran al colegio. Es decir, cuando llegan a un edificio especial, con pupitres en filas y se les obliga a aprender una gran cantidad de información sin saber si están interesados o no. Los niños de todas maneras aprenden, pero la gran pregunta es cómo hacerlo mejor y más aún, si están aprovechando todo su potencial. La enseñanza en el sistema tradicional se ha reducido a entregar información a los estudiantes.
En la educación del siglo XXI, indudablemente, el profesor necesita saber todo lo que enseña, pero más importante es que sepa como estimular, motivar y comprometer a sus estudiantes. Necesita alimentar su imaginación y fomentar su curiosidad, hacer que quieran aprender. Un gran profesor hace que sus estudiantes se enseñen a sí mismos y se involucren en su aprendizaje en forma proactiva, creando las condiciones para que todo esto suceda en su salón de clase.
Las escuelas son organismos vivos que respiran y viven de relaciones reciprocas, donde se desarrollan culturas propias, hábitos propios. La educación debe ayudar a cada niño a descubrir su talento especial y esto se logra cuando se trata a cada niño en forma personal y no como parte de un grupo. Se deben crear las circunstancias para que los talentos salgan a flote.
La educación debe cambiar el sistema lineal de educación en el cual producimos niños en grupos por edades, todos con los mismos conocimientos y con la meta de llegar a la universidad. Nos enseñaron que, si estudiamos y pasamos en una buena universidad, tendremos un buen trabajo. Hoy en día ya no funciona así. Muchas personas famosas y exitosas en sus campos de trabajo, nunca terminaron la universidad.
Hoy en día los profesores deben ser innovadores, creativos, mentores, emprendedores, motivadores, iluminadores, catalizadores. Porque preparar estudiantes para el sigo XXI no se trata solo de utilizar la tecnología o tener habilidades para una economía global. La educación del siglo XXI se debe enfocar en creatividad, conciencia cultural, resolución de problemas, innovación, compromiso cívico, comunicación, productividad, colaboración, responsabilidad, exploración, iniciativa, confianza, liderazgo. El aula de clase debe ser tan dinámica como el mundo en el que vivimos.
Hay muchas habilidades que los niños necesitarán para tener éxito en el siglo XXI. Estas son solo algunas de ellas:
De acuerdo con sir Ken Robinson existen tres principios para que los seres humanos prosperen y dichos principios están en contravía de la educación tradicional.
Las condiciones para que los alumnos prosperen dependen del clima creado en su salón de clase. Este debe incluir sistemas de educación personalizados, con un currículo amplio y diverso, con profesores que estimulan e involucran a los estudiantes no solo dentro del colegio sino también afuera.
Los niños que se interesan en aprender lo hacen sin mayor esfuerzo, porque disfrutan del proceso, avanzan en la adquisición de conocimientos mucho más rápido que en el aula tradicional y descubren sus pasiones y talentos, que pueden desarrollar desde muy temprano, para ser exitosos y felices no solo en su niñez sino también en la edad adulta. Esta capacidad de fomentar el amor al aprendizaje es verdaderamente el papel de la educación en el siglo XXI.
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